viernes, 18 de marzo de 2022

Bella primavera

 No olvidaré la mañana que dio comienzo al siguiente capítulo de mi vida.

Casi todo el trayecto me lo había pasado durmiendo desde que salimos con la maleta llena de recuerdos rumbo al lugar más lejano que un cuatroruedas nos pudiera llevar. Abrí los ojos y lo que me recibió a través del cristal de la furgoneta fue un día plomizo y triste. No conocía mucho sobre España, pero siempre oí que el sol brillaba más radiante allí que en ningún otro lado y pareciera que mi tristeza hubiera salido de mí para colorearlo todo tal y como me sentía por dentro. Llegué a pensar que en algún momento, entre la vigilia y el sueño, la guerra nos había dado alcance; que había salido del redil donde estaba confinada a los ojos del mundo y finalmente alcanzado al resto de Europa. El polvo rojizo posado sobre los coches me recordaba a la ceniza que se amontonaba sobre las calles de mi ciudad, pero allí los edificios no estaban esqueléticos ni convertidos en antorchas humeantes. Fue entonces cuando pensé en algo peor que la guerra. Bajo aquel ambiente cargado de un gris pardo la gente paseaba, como ocurre en los sueños, ignorando ser vistos. Tenía miedo de descubrir la verdad, acercarme a alguno de aquellos espectros y preguntarle de qué color tenía los calcetines y que no supiera contestarme. El miedo se apoderó de mí; en algún momento, esa furgoneta con 6 personas a bordo había dejado de galopar por las carreteras del viejo continente para cruzar el umbral a un lugar sombrío, en medio de ninguna parte, donde la paz y la alegría no existían; un limbo coronado por un techo rosado y asfixiante, condenada a estar aquí por los siglos de los siglos. Pero al cruzar la esquina, en el lugar que sería mi hogar los próximos años, vi un árbol joven que florecía y anunciaba la vida después de la muerte. Entonces bajé los ojos y comencé a llorar en silencio. La parca aún tenía que esperar y la primavera comenzaba a resurgir de nuevo; bajo la ceniza, el dolor y la muerte.

Era un martes 15 de marzo y la guerra había acabado para mí. Por primera vez sonreí y sentí que aquellos que no estaban conmigo también lo hacían.